Confieso que llevo el gen de mala de telenovela mexicana por
la sangre, de verdad que hay unos días donde provoca gritarle a la niña que no
soportas: “Escuincla babosa del demonio” o “maldita mujerzuela arrastrada”. Y
no, no estoy loca, eso es lo que todas las mujeres pensamos pero no decimos
abiertamente.
Todas las mujeres pasamos alguna vez por la fase que me
gusta llamar: “Soraya Montenegro”, totalmente encaprichadas con nuestro
protagonista personal de telenovela, que no nos hace caso, o que nos dejó por
una “Pedazo de mujer farsante”. Y no importa cuántas amigas nos digan: “Olvídate de él”,
“No es para ti” o “Ya vendrá otro mejor”; quizás podemos saber todo eso, pero
nosotras los queremos A ÉL, dominarlo, hacerlo nuestro, aunque luego nos
aburra, estorbe y lleguemos a odiarlo.
Lo bueno de toda esta fase “Soraya”, es que no terminamos
locas, presas u odiadas por todos. En el mundo real cuando pasa el tiempo, pasa
el encaprichamiento. Volteamos a la vida y disfrutamos de todo. Pero al fin y
al cabo, no me nieguen que disfrutaron imaginarse a la “Maldita verdulera”
rodar por las escaleras ;).